Las litiasis renales -también conocidas como cálculos renales o piedras en el riñón- son una de las patologías urológicas más recurrentes. Cuando el paciente no puede expulsar el cálculo espontáneamente, una de las técnicas más habituales para su tratamiento es la litotricia extracorpórea por ondas de choque (LEOC). ¿Qué sucede cuando esta técnica no funciona? ¿Existe una alternativa eficaz? Sí, la ureteroscopia.

“La ureteroscopia es un procedimiento mínimamente invasivo mediante el cual se puede acceder a las vías urinarias (uréter y cavidades intrarenales) para el tratamiento de la litiasis ureteral y renal y algún tipo de tumor urinario”, define la doctora Rosa Regué, responsable de la Unidad de Litotricia y Endourología del Instituto de Urología Serrate & Ribal.
Cómo se realiza la ureteroscopia
Esta técnica se basa en el uso del ureteroscopio, un aparato dotado de una microcámara que se introduce por las vías urinarias de una forma poco invasiva. Se accede a través de la uretra y se llega hasta la vejiga para seguir subiendo hasta el uréter y el riñón. El objetivo es localizar el cálculo y extraerlo o eliminarlo con láser. Su tasa de efectividad es muy alta, según afirma la uróloga: “Se resuelven entre un 90% y un 95% de los cálculos indicados con la ureteroscopia”.
Semirrígida o flexible
Existen dos tipos de ureteroscopias: la semirrígida, que es la más habitual, y en la actualidad se está practicando la ureteroscopia flexible, que a diferencia de la semirrígida permite acceder a las cavidades intrarenales. “Todas las piedras que están localizadas en la zona del uréter bajo -a la altura de la cadera, aproximadamente- pueden solucionarse con la ureteroscopia semirrígida; para las que se encuentran en la zona lumbar requerirán de una ureteroscopia flexible”, puntualiza la doctora Regué.
Antes de someterse al procedimiento
Para someterse a una ureteroscopia, el paciente debe disponer de un preoperatorio completo. “Consiste en una analítica general con pruebas de coagulación, un electrocardiograma y una placa de tórax”, detalla la experta del Instituto de Urología Serrate & Ribal. De esta manera el cirujano se asegura de que el paciente está listo para la intervención.
El procedimiento puede ser en régimen ambulatorio o con ingreso, dependiendo de la dificultad del caso, y con sedación o con anestesia general según el caso. La duración generalmente es de una hora, aunque puede variar en función del grado de complejidad.
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