La incontinencia urinaria es una de las afectaciones secundarias que puede aparecer tras someterse a una cirugía prostática, ya sea para tratar un cáncer de próstata o una hiperplasia benigna de próstata. El síntoma más claro de la incontinencia es el escape de orina involuntario, y que puede ser en relación a un esfuerzo o a un deseo súbito de orinar, que hace que el paciente no alcance a llegar al baño. Esta patología afecta de manera clara a la calidad de vida de las personas que la sufren, tal como afirman el 64% de los españoles afectados, según datos del Observatorio Nacional de la Incontinencia. Una de las técnicas existentes hoy en día para paliar ese problema es la implantación de un esfínter urinario artificial.
Es un sistema hidráulico que imita el esfínter humano y clausura el cuello de la vejiga para evitar escapes de orina indeseados. Cuando el paciente quiere orinar, acciona manualmente el dispositivo para permitir la salida de la orina por la uretra. “El esfínter urinario artificial está indicado para incontinencias de esfuerzo severas, son pacientes que pierden más de medio litro de orina al día”, explica el doctor Alfredo Rodríguez, responsable de la Unidad de Urología Funcional, Femenina y Urodinámica del Instituto de Urología Serrate & Ribal.
La incontinencia urinaria por esfuerzo
La incontinencia de orina por esfuerzo es el tipo más común de incontinencia que surge después de una cirugía de la próstata.
Se presenta cuando el músculo que contrae la uretra para mantener la orina en la vejiga está débil o dañado. O cuando los nervios que ayudan al músculo a funcionar han sido afectados.
Puede ocasionar fugas de orina al toser, reír, estornudar, levantar objetos pesados o hacer ejercicio.

Cómo se implanta el esfínter urinario artificial
La implantación del esfínter urinario artificial se realiza mediante una intervención quirúrgica. “Es una cirugía que se hace a través de una incisión en el perineo para realizar la disección de la uretra y colocar en esa zona el manguito que la rodea, y en el escroto se implanta el pulsador que acciona el dispositivo”, describe el doctor Alfredo Rodríguez. “Se practica una segunda incisión en la zona localizada por encima del pubis para colocar el pequeño depósito de líquido que sirve para activar el circuito hidráulico”.
Si no surge ninguna complicación, el paciente puede volver a su casa al cabo de 24 o 48 horas.
Hay que tener en cuenta un punto importante: el esfínter artificial se dejará desactivado durante unas seis u ocho semanas. Por lo que el paciente continuará teniendo incontinencia urinaria. “Este período se deja para que los tejidos integren el dispositivo y no se produzca ningún desplazamiento. De no ser así, al activarlo o desactivarlo podría moverse de sitio y no funcionar correctamente”, matiza el especialista del Instituto de Urología Serrate & Ribal.
Una vez que el esfínter artificial está correctamente acoplado y funcionando, el paciente tendrá que usar la bomba alojada en el escroto para vaciar el manguito cada vez que quiera orinar. Al accionarla el manguito se afloja permitiendo que la uretra se abra para poder orinar. El manguito se vuelve a inflar por sí solo al cabo de unos 2 minutos evitando así las fugas de orina.
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