Aunque se ha hecho popular asociado a tratamientos estéticos, lo cierto es que el bótox (toxina botulínica) es una sustancia que se emplea en la urología para tratar con gran eficacia ciertos tipos de incontinencia urinaria, siendo una de las más comunes la derivada del síndrome de la vejiga hiperactiva.
Para realizar el tratamiento se infiltra el bótox en la vejiga mediante una cistoscopia, un procedimiento quirúrgico ambulatorio que permite visualizar el interior de la vejiga y aplicar las inyecciones de la toxina. Es una intervención sencilla, de unos 30 minutos aproximadamente, en la que se aplican unas 100 unidades de la sustancia. Al finalizarla, el paciente se podrá ir a casa el mismo día.

“Lo que buscamos es conseguir que la vejiga aumente de capacidad y que no se produzcan contracciones involuntarias, así logramos que la persona no necesite orinar con tanta frecuencia, no tenga la sensación de necesidad imperiosa de miccionar y que desaparezcan las pérdidas involuntarias de orina”, explica el Doctor Alfredo Rodríguez, responsable de la Unidad de Urología Funcional, Femenina y Urodinámica del Instituto de Urología Serrate & Ribal. Aunque puntualiza: “Es un tratamiento de segunda línea que se utiliza cuando las medicaciones a través de vía oral no funcionan”.
Un tratamiento eficaz
El tratamiento con bótox tiene eficacia en el 70% u 80% de los casos y sus efectos suelen durar de 6 a 9 meses. Tras aplicarlo, al cabo de un mes el doctor realizará una visita de seguimiento para comprobar la evolución de paciente. Si todo se desarrolla correctamente, el siguiente paso por consulta será transcurridos tres meses.
A medida que los efectos del tratamiento vayan remitiendo -el tiempo variará en función de cada persona-, el síntoma de incontinencia urinaria reaparecerá poco a poco y será el doctor el que determinará si existe la posibilidad de aplicar, de nuevo, el bótox. “Si el paciente ha respondido bien, lo normal es que se pueda repetir el tratamiento”, apunta el Doctor Alfredo Rodríguez.
Alternativa a los fármacos orales
El uso del bótox es una opción que el equipo médico del Instituto de Urología Serrate & Ribal ha ido aplicando cada vez con mayor frecuencia. Esto se debe, tanto a su efectividad, como al hecho de ser una alternativa eficaz a los fármacos antimuscarínicos para tratar un trastorno como la vejiga hiperactiva.
“La vejiga hiperactiva es una dolencia más frecuente en las mujeres. Entre los hombres también se da pero la mayoría de las veces va asociada a una obstrucción provocada por el aumento de la próstata. En estos casos, tratando la próstata mejora el funcionamiento de la vejiga”, expone el urólogo. “Tenemos en torno a un 70% de pacientes con vejiga hiperactiva que o no responden a este tipo de fármacos, o deben abandonar el tratamiento a causa de sus efectos secundarios”, concluye. Para estos casos, el bótox se ha presentado como un tratamiento eficaz.
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