El diagnóstico precoz es fundamental para lograr una curación completa del cáncer de próstata. Una vez realizadas las pertinentes pruebas que confirmen la afectación del paciente, existen diferentes tipos de tratamientos.
Para casos en los que la enfermedad no se ha expandido fuera de la próstata. Que suelen ser la mayoría en los que el diagnóstico es precoz, se puede realizar una prostatectomía radical.

La prostatectomía radical es una cirugía para extirpar la próstata y las vesículas seminales, que son glándulas productoras de una parte importante del líquido seminal. “Si el tumor tiene cierta agresividad y hay una probabilidad razonable de que el cáncer se ha podido propagar a los ganglios linfáticos, durante la intervención también se pueden extirpar los ganglios”, explica la Doctora María José Ribal, directora médica y especialista en cirugía oncológica del Instituto de Urología Serrate & Ribal.
Un cirujano experimentado es fundamental
La extirpación de la próstata conlleva la eliminación de la porción de uretra que atraviesa la próstata. Por lo que una parte fundamental de la cirugía es volver a conectar la vejiga y la uretra con una sutura quirúrgica.
Para minimizar los dos efectos secundarios de la prostatectomía radical, la disfunción eréctil y la incontinencia urinaria, es importante durante la operación preservar el llamado “esfínter externo de la uretra”. Este es el músculo que permite a los pacientes lograr una buena continencia urinaria. Asimismo, no dañar las bandeletas neurovasculares que descienden a ambos lados de la próstata es otro punto clave para que el paciente pueda recuperar la función eréctil al cabo de un tiempo.
“El grado de afectación de la cirugía prostática en el paciente dependerá, sobre todo, de la delicadeza y la habilidad del cirujano”, remarca la Doctora Ribal.
Diferentes maneras de realizar una prostatectomía radical
Una prostatectomía radical se puede hacer de cuatro maneras diferentes: con cirugía abierta, con cirugía laparoscópica en 2D, con cirugía laparoscópica en 3D o mediante cirugía robótica. “Todos los pacientes con cáncer de próstata son candidatos a someterse a cualquiera de estas cirugías. Por el contrario, no todos los tumores son candidatos a cualquier cirugía”, matiza la experta en uro-oncología.
Método abierto
La cirugía abierta es el método más tradicional de realizar una prostatectomía. El cirujano opera a través de una incisión que efectúa en la parte baja del abdomen.
Dos técnicas laparoscópicas
La cirugía laparoscópica se hace mediante varias incisiones más pequeñas por las que se introducen una cámara. A través del cual el cirujano sigue la intervención, y también instrumental para realizar diferentes maniobras de disección, corte o sutura, necesario para extraer la próstata.
La gran diferencia que existe entre los dos sistemas de laparoscopia es el tipo de visión que tiene el cirujano del cuerpo del paciente, que será en dos dimensiones o tridimensional. “El hecho de disponer de una visión en 3D es más ventajoso para el cirujano debido al detalle que aporta de partes como la uretra y las bandeletas neurovasculares”, precisa la Doctora María José Ribal.
A diferencia de la cirugía abierta, la cirugía del cáncer de próstata con sistema de laparoscopia aporta numerosas ventajas al paciente: disminuye el sangrado durante la operación; la cicatriz es mucho menor, por lo que se reduce el riesgo de complicaciones postoperatorias y se acorta considerablemente el tiempo de hospitalización.
Cirugía asistida por robot
La última técnica, conocida también como prostatectomía robótica, condensa lo mejor de las tres comentadas anteriormente. Se trata también de una cirugía laparoscópica pero se hace utilizando el robot Da Vinci. Además de disminuir el sangrado en la operación y el tamaño de la cicatriz, el cirujano tendrá una visión tridimensional del cuerpo del paciente y operará con mayor precisión gracias a los cuatro brazos articulados del robot.
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